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Si das todo de ti y no te valoran, es mejor ausentarse…

Hay un dicho muy famoso que dice “uno nunca aprecia lo que tiene hasta que lo pierde”, es una expresión bastante común y retórica que, sin embargo, sigue siendo una verdad innegable.

En la mayoría de los casos, las personas tienden a dar por sentado lo que poseen, especialmente cuando se trata de relaciones amorosas. Pero cuando estás en la piel de alguien que no recibe suficiente amor, gratitud o afecto, debes aprender a protegerte, a romper esa conexión tóxica.

En una relación, no se puede dar sin recibir nunca. No es una cuestión de equidad o equilibrio de sentimientos, sino de la propia salud psicofísica. No recibir lo suficiente de la pareja termina minando la autoestima, la confianza en sí mismo y el bienestar general. Sentirse ignorado es terrible, porque devalúa todo lo que das, todo lo que eres cuando estás con alguien.

Podemos luchar siempre que valga la pena, siempre que sepamos que se puede salvar un amor, pero no si la persona que amamos está físicamente cerca, pero distante por mucho tiempo con el corazón, el alma y la mente. Dedicarse a un ser querido es maravilloso solo en la medida en que hay un intercambio continuo y una correspondencia emocional, pero uno nunca debe ir tan lejos como para descuidarse u olvidarse de uno mismo.

La importancia de la autoestima.

La autoestima es la primera forma de amor, la más importante y la más duradera, porque vivimos juntos por el resto de nuestras vidas. Ha llegado el momento de reaccionar ante la indiferencia a través de la ausencia, alejándonos de quienes nos han ignorado. De esta manera, podemos detener el proceso de deterioro interno que nos está matando lentamente.

Dar nuestra ausencia a alguien que nos hace perder su presencia es una elección necesaria pero no indolora. Sin embargo, es la última oportunidad para poder salvarte y darles a ambos la oportunidad de comenzar de nuevo su vida.

Escribir una carta, poner todo lo que quieras decirle a esta persona en blanco y negro, luego rasgarla, puede ser algo catártico, que nos libera simbólicamente de estos sentimientos. El último paso es perdonar y perdonarnos a nosotros mismos, olvidar y continuar, desatar el nudo del ancla, reaparecer en la superficie para respirar.

Por el bien emocional, es mejor cambiar, antes de perjudicarnos más.

Fuente: https://latinmoney.net