Creídas como aves de mal agüero y entes sobrenaturales, las lechuzas —y los búhos en cierta medida— han sido víctimas de ataques por creencias sin fundamento.
Cuando la superstición toma algún animal como representación de lo maligno, por lo general representa una mala señal para dichos animales dado que resulta en su caza y matanza indiscriminada.
Existen casos como el del colibrí, que debido a su uso para rituales amorosos como los amarres, sus números han disminuido… y existen otros como las lechuzas que son atrapadas y quemadas bajo la creencia de que son la forma animal de alguna bruja.
El origen de este tipo de creencias se remite hasta los tiempos prehispánicos. Por ejemplo, en la cultura maya existía el tunkuluchú o el tecolote que era un ave asociada con el Xibalbá —el inframundo maya—, que se creía que su ulular anunciaba la muerte de las personas, además de el tunkuluchú también existía la figura de Moan que son las lechuzas y también eran consideradas seres del Xibalbá.
Por otro lado, para algunos pueblos prehispánicos de la zona del Valle de México, los búhos y en particular los guajolotes estaban relacionados con la figura de Mometzcopinqui, es decir, las brujas prehispánicas. Estas mujeres cada noche se quitaban sus piernas y las ocultaban antes de convertirse en estas aves y salir en busca de los bebés y niños más jóvenes para robar su sangre y poder alimentarse.
La creencia de estas mujeres que pueden transformarse se extendió y la creencia sobrevivió de la mano de los nahuales, otra figura sobrenatural cuya base es la trasmutación de un ser humano a un animal durante las noches.
Por otro lado, en otras latitudes, la lechuza también ha adquirido una connotación sobrenatural también por su uluar. Un ejemplo muy similar al de México son las menciones del autor clásico Ovidio, quien relata que las brujas se convertían en lechuzas y entraban a las guarderías para chupar la sangre de los bebés.
Además, su “canto” era considerado un signo de tristeza, pero su silencio se consideraba como una señal de prosperidad, de acuerdo con el análisis de Manuel Ángel Charro Gorgojo.
Charro también explica que en Egipto la lechuza simbolizaba «la muerte, la noche, el frío y la pasividad», mientras que en China también era el anunciante de «calamidades», en particular porque se creen que los búhos no aprendían a volar hasta arrancarle los ojos a sus padres. Por otro lado en Argentina se creía en Cachirú, una divinidad maligna que tiene forma de lechuzón que le arrebata el alma a los hombres al morir y los convierte en fantasmas.
Sin embargo, a pesar de esta creencia, la lechuza tan sólo es un animal que aparentemente su pecado ha sido ser eminentemente nocturno, de un vuelo silencioso, ágil para la caza y con un ulular y graznido que ha atemorizado a generación tras generación de seres humanos.
Fuente: https://culturacolectiva.com/