Somos breves pasajeros de una vida efímera que merece apurarse con la máxima intensidad. ¿De qué nos vale ser esclavos de voluntades y caprichos ajenos? Casi sin que nos demos cuenta, se habrán acabado las hojas de nuestros días y nunca habremos conseguido ser nosotros mismos.
Está claro que formar parte de alguien a nivel afectivo, implica una gran responsabilidad. De una manera u otra se desarrollan muchos apegos, hay necesidad de cercanía, de afecto, de reciprocidad. No obstante, mientras dichos apegos sean saludables y permitan espacios propios, todo irá bien.
Todos debemos ser dueños de nuestras vidas, capitanes de nuestros destinos, a veces tan variables y caprichosos. Si nos anclamos a la existencia de alguien de forma completa sin tener en cuenta nuestras necesidades, voluntades o deseos, jamás volveremos enteros.
Ahora bien, sabemos que en cierto modo, todas estas palabras son fáciles de decir y muy complicadas de poner en práctica. Porque… ¿Cómo no vamos a amar a alguien de modo completo, hasta la última partícula de nuestro ser?
Es inevitable. Aún así, vale la pena recordar que aún amando con total intensidad, jamás debemos perder nuestra identidad, nuestra autoestima.No permitas que tu vida y el dominio de la misma se vaya debilitando como el humo que escapa por una ventana abierta…
Cuando perdemos el control de nuestra vida
Amar lo queramos o no, también es necesitar: necesitamos compartir vida con aquella persona que amamos, necesitamos tener un compromiso, estabilidad, planes de futuro y sentirnos correspondidos.
Ahora bien, amar es necesitar de forma saludable. Buscamos reciprocidad, crecimiento, afectos y valoración. El amor que se necesita y que se vuelve dependiente es el más dañino. Ama en plenitud pero evita ser una persona que fija su felicidad en el bolsillo de los demás.
¿Te ha ocurrido esto alguna vez? ¿Te has sentido tan dependiente de alguien hasta el punto de perder tus propios esquemas, tu propia integridad? Estas son sin duda las relaciones más destructivas.
Es posible también que a más de uno le haya sorprendido el título de este artículo: «seré la mujer de mi vida además de la mujer de la tuya». Tenemos claro que el mensaje puede y debe aplicarse a ambos géneros, tanto a hombres como a mujeres.
No obstante, son casi siempre las mujeres las que más tienden a darlo todo muchas veces por los demás sin esperar nada a cambio. Ellas, las que por término medio, sufren más en ocasiones esa desigualdad afectiva y de poder en las relaciones afectivas.
Veamos ahora las razones por las cuáles suele ocurrir:
- Encontrar satisfacción y sentirse realizadas al darlo todo por la persona que aman. Nadie es capaz de amar a medias, pero muchas veces, se ofrece más de lo que debería. Se posponen proyectos personales y laborales, se prioriza los planes de la pareja… Hasta que al final perciben todo lo que han dejado pasar.
- En muchas ocasiones, y casi sin darse cuenta, se puede caer también en relaciones muy desiguales. Se desarrolla una manipulación emocional por parte de la pareja donde la mujer no sabe al principio cómo salir. El amor se convierte en sufrimiento y el sufrimiento va quebrando la autoestima.
- El amor, casi sin que nos demos cuenta, deriva muchas veces en dependencia por parte de ambos miembros de la pareja. No obstante, puede ocurrir que por parte de alguno de los dos más que amor se busque otras dimensiones: cubrir vacíos, necesidad de sentirse valorado, cubrir carencias afectivas, evitar la soledad del modo que sea…
Debemos tener muy en cuenta esos aspectos.
Mi vida, tu vida, dos senderos que se cruzan y respetan
Nadie llega a este mundo sabiéndolo todo sobre las relaciones afectivas. Quien no ha cometido nunca un error es que aún no se ha dado la oportunidad de aprender. Y quien no se ha sentido decepcionado, es que aún no sabe lo que de verdad necesita.
La vida es un largo sendero lleno de aprendizajes que asumir, y el amor, es en ocasiones el maestro más severo. Guarda todo lo aprendido, deja atrás a quien te hizo daño y no lo cargues en tu corazón. No lo merece y te llenará de tristezas.
– Sé la mujer que siempre has deseado ser, nunca es tarde para conseguirlo, nunca es tarde para alcanzar ese tren con el que siempre soñaste.
– Sé la mujer de tu vida y permite entrar en ella a quien merezca formar parte tu aventura personal: a quien te enriquezca, a quien te aporte luces y no oscuridades, a quien te valore y te permita crecer como persona.
– Sé la mujer que se permite reír cada día llena de ilusiones, y no de temores. Camina tu sendero personal con seguridad dejando que se cruce con aquel que te traiga el destino…
Cortesía imágenes Claudia Trembay, David Renshaw
Fuente: Valeria Sabater / https://lamenteesmaravillosa.com