Un «buenos días» o «¿cómo estás? por whatsapp también ayuda cuando la distancia es larga, cuando no hay posibilidad de un abrazo, de una llamada al timbre de la puerta o de esa mirada que nos lo dice todo sin hablar. Las nuevas tecnologías nos sirven también de maravillosos puentes cotidianos para reforzar nuestras relaciones si las utilizamos bien.
Si hay algo a lo que ya estamos acostumbrados es a que nos hablen de ese lado menos bueno de los sistemas de mensajería inmediata o de las redes sociales. Las nuevas tecnologías, como ya sabemos, son nuestros nuevos atajos para amplificar la experiencia cotidiana, para hacerla más vívida, más cercana y por supuesto inmediata.
«La comunicación es compartir y compartir es el acto que define al ser humano»
-Albert Jaquard-
No vamos a entrar nuevamente en los riesgos o consecuencias psicológicas del uso y el abuso de estos nuevos canales de comunicación. Hablemos de sus beneficios, y de cómo se crea en muchos casos toda una herramienta para mejorar nuestra salud mental al descubrir un nuevo tipo de conexión: el vínculo digital.
A día de hoy es muy difícil mantenerse al margen de todos estos sistemas de comunicación. Es un tipo de lenguaje innovador que se utiliza ya en prácticamente todo el mundo. Tanto es así que hasta las generaciones más mayores se han iniciado casi «a la fuerza» en estos universos tecnológicos por una razón muy concreta: estar más cerca de los suyos.
Ese vínculo digital establecido a través de herramientas, como el conocido whatsapp, nos permite desarrollar otro tipo de interacción que, gestionada de forma adecuada permite dar un salto cualitativo en nuestras relaciones cotidianas.
Te invitamos a reflexionar sobre el tema.
Whatsapp y las relaciones 2.0
La tecnología de las comunicaciones ha cambiado el modo en que entendemos las relaciones. Ahora, la palabra que más las define y las caracteriza es sin duda la INMEDIATEZ. Si por algo se caracteriza tanto whatsapp, como cualquier otro sistema de mensajería, es que nos permite comunicarnos con cualquier persona de forma directa sin importar la distancia. Atrás quedaron esas épocas donde las cartas debían viajar largas distancias hasta llegar a su destinatario o esos años, no tan lejanos, donde el teléfono fijo era nuestro único medio de comunicación en la media y larga distancia.
El móvil y ese vínculo digital creado a través del whatsapp es todo un generador de dopaminas. Es el tranquilizante para esa madre que se asegura de que su hijo, ese que ahora trabaja en otro país, está bien. Es la sonrisa mañanera de esa otra joven a la que su pareja le da los buenos días con un mensaje orlado de alegres emoticonos. Es también un torrente de endorfinas para ese muchacho que, tras un largo día de búsqueda de empleo, es animado por su grupo de amigos invitándolo a que no se rinda.
El poder de la actual era digital y de estas tecnologías que nos vinculan los unos con los otros través de una app es inmenso. Lejos de aislarnos tras una fría pantalla de ordenador, a la gran parte de la población le supone todo un revulsivo, un mundo lleno de nuevos estímulos y una forma excepcional de salir de sus islas de soledad para «conectarse» de nuevo a la vida.
A su vez, para todos aquellos que nos caracterizamos por ser criaturas sociales activas, dinámicas, curiosas y creativas hemos encontrado también en estos canales un modo maravilloso de tener cerca a quienes están lejos. De ese modo, enriquecemos aún más nuestro día a día creandolazos aún más fuertes.
Las nuevas tecnologías potencian nuestra inteligencia y la conexión emocional
A día de hoy, no falta quien al entrar a un vagón del metro o autobús, se sorprende a sí mismo al ver a la mayoría de los viajeros inclinados sobre las luminosas pantallas de sus teléfonos móviles. Parece como si fuera ahí donde aconteciera la vida real y no a su alrededor, fuera de esa área de confort tecnológica. Ahora bien, no conviene precipitarnos sacando conclusiones a priori tan negativas. ¿La razón? Hay quien tiene una opinión diferente y un poco más esperanzadora sobre el tema.
«La tecnología no es nada, lo importante es que tengas fe en la gente»
-Steve Jobs-
Clive Thompson, un periodista canadiense experto en ciencia, escribió un libro hace unos años muy interesante sobre esto mismo. En «Smarter Than You Think: How Technology is Changing Our Minds for the Better» o «Más inteligente de lo que piensa: ¿Cómo está cambiado la tecnología nuestra mente para el mejor» nos explica que las nuevas tecnologías, aunque a veces pueden parecernos molestas, nos están ayudando a potenciar nuestras «inteligencias» por una razón muy concreta: somos seres sociales y una gran parte de nuestro pensamiento se produce fuera de nuestras mentes.
Todo estímulo, toda información e interacción establecida en nuestro entorno y a través de estos canales amplifica nuestro pensamiento en múltiples direcciones. Es algo muy positivo. Si además le sumamos esa comunicación cotidiana mediante el whatsapp con amigos, pareja y familiares obtenemos a su vez un refuerzo a base de dopaminas y endorfinas capaces de mejorar y cuidar de nuestra salud emocional.
No obstante, y aquí aparece ya un «pero» con mayúsculas, hemos de ser conscientes de varias cosas. Whatsapp, al igual que el uso de las redes sociales, son herramientas complementarias que enriquecen nuestras vidas, pero NO son toda nuestra vida.
Un abrazo, un beso o una caricia nunca se podrá sustituir por un emoticono. Una llamada por Skype a nuestros abuelos no les permitirá prepararnos nuestra comida favorita ni hacerles la compañía que de verdad necesitan. Las nuevas tecnologías nos facilitan la vida y nos ayudan muchísimo, es cierto, pero no nos permiten sentirla en plenitud.
Aprendamos pues a conjugar los dos ámbitos con equilibrio, acierto y sabiduría.
Fuente: Valeria Sabater / https://lamenteesmaravillosa.com/