No somos seres incompletos. No necesitamos medias naranjas para ser felices. Somos naranjas, limones, melocotones y un sinfín de frutas rodando por el mundo a nuestro aire.
A veces tenemos la buena ventura de encontrar otra fruta que rueda a nuestro mismo ritmo. Entonces, comenzamos a dar paseos juntos, paseos que pueden durar toda la vida o acabarse en un instante. Un melocotón puede combinar perfectamente con una naranja si ambos están dispuestos a hacer una vida en común y son capaces de respetar sus diferencias y sus coincidencias.
«Sí me quieres, quiéreme entera,
No por zonas de luz o sombra.
Si me quieres, quiéreme negra.
Y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
Y morena.
Quiéreme día.
Quiéreme noche.
¡Y madrugada en la ventana abierta!
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… o no me quieras!»
-Dulce María Loynaz-
El querer y el respetar van de la mano
El gran engaño de las medias naranjas y de los amores Disney nos somete hasta tal punto que acabamos viendo normales esos amores a medias. Conformarnos con este tipo de amor es condenarnos a la soledad…
Cuando las medias tintas, el “ahora sí, ahora no” o el “quizás mañana me interesa” se instauran en nuestras relaciones, mal panorama. Es decir, si se ama, se ama en plenitud y dando todo lo que es saludable que demos de nosotros mismos, no a medias…
Esto no solo es una cuestión de principios, sino también de respeto y de consideración con nosotros mismos. No es justo ni sano dar amor sin recibir, al menos, algo que nos haga sentir bien.
Estamos de acuerdo en que el amor debe ser desinteresado, pero eso no quiere decir que deba ser necio. Es decir, si sufres porque te dan una de cal y otra de arena, es el momento de pensar en abandonar la partida y construir un buen castillo.
«Amurallar tu propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior.» -Frida Kahlo-
El amor que todos merecemos es un amor en plenitud
No es que los demás tengan que adorar cada parte de ti o cada manía, sino que quien te ama de verdad no intentará cambiarte ni manipularte. Cada pequeño gesto hace de nuestro ser y de nuestro mundo algo excepcional que merece su consideración.
«Mereces un amor que te quiera despeinada, con todo y las razones que te levantan de prisa, con todo y los demonios que no te dejan dormir.
Mereces un amor que te haga sentir segura, que pueda comerse al mundo si camina de tu mano, que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel.
Mereces un amor que quiera bailar contigo, que visite el paraíso cada vez que mira tus ojos, y que no se aburra nunca de leer tus expresiones.
Mereces un amor que te escuche cuando cantas, que te apoye en tus ridículos, que respete que eres libre, que te acompañe en tu vuelo, que no le asuste caer.
Mereces un amor que se lleve las mentiras, que te traiga la ilusión, el café y la poesía.»
-Frida Khalo-
Debemos dejar que nuestro acompañante nos ame como quiera y no como nosotros deseemos, pero siempre volando con las alas de la libertad. Esto quiere decir que nadie tiene derecho a vulnerarnos ni a jugar con nosotros.
En este sentido, no nos podemos dejar llevar por nuestras necesidades o por nuestra concepción del amor ideal, sino que tenemos que establecer las bases del respeto, de la aceptación y de la reciprocidad.
No merecemos que nos amen a medias. Merecemos que nos demuestren que lo hacen y, para eso, es fundamental desactivar los egoísmos. Porque, simplemente, un amor verdadero no se aprovecha de nadie, ni siquiera de una situación.
«Ser profundamente amado te da fuerzas, mientras que amar profundamente a alguien te da coraje»
-Lao Tse-
Fuente: Raquel Aldana / https://lamenteesmaravillosa.com