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Puedes perdonar a alguien, pero eso no significa que deba permanecer en tu vida

El perdón muchas veces no es sinónimo de reconciliación. Hay personas a las que le podemos otorgar el perdón, pero por amor a nosotros mismos, no les podemos permitir el permanecer cerca de nosotros por más tiempo.

Por salud mental, muchas veces la separación es inevitable, con esto no solo hablamos de relaciones amorosas, sino también de relaciones familiares y de amistad. Muchas veces es necesario que cada quien siga su camino aparte, en paz, sin más conflictos.

Cuando perdonamos a alguien y forzamos la reconciliación, lo que puede venir en adelante es una relación tóxica.

Las relaciones se vuelven tóxicas cuando no sabemos cómo poner un punto y aparte. Si te lastiman y sabes que la persona no va a cambiar su forma de ser por más que lo prometa, el dar segundas oportunidades es como clavarse uno mismo la daga en el pecho. Si un amigo o una pareja te traicionan, analiza si vale la pena la reconciliación, sino, para no llegar a odiarle más perdónale y déjale ir.

Las segundas oportunidades no son para todo el mundo. No se trata de ser intransigente, se trata de ser maduro y no caer en relaciones tóxicas que se ahogarán en el odio y el desprecio. No es bueno odiar a las personas, por eso nos mandan a perdonar, pero si una vez que perdonamos seguimos dejando a estas personas en nuestras vidas, estamos apostando por llegar a odiarles.

Hay que conocerse a uno mismo, pregúntate ¿qué tanto estás dispuesto a tolerar de una persona? Si en tu análisis concluyes que ya llegaste al límite de tu tolerancia con ella, y además sabes que puede llegar a fallar, entonces por la paz, perdona y aléjate o deja ir.

El perdón es poderoso, libera los corazones y nos saca de posiciones equivocadas.

Es maravilloso tener la fuerza de voluntad para perdonar, porque es una decisión completamente sanadora. Pero sabrás que eres lo suficientemente maduro cuando sabes decir adiós, no por capricho ni por odio, sino por amor propio y amor al prójimo.

Por tanto, el perdón no significa que debas mantener a esa persona en tu vida. No tienes por qué volver a confiar, cuando perdonas solo declaras que no guardas rencor, que estás en paz con lo que ha pasado y que no tienes nada en contra de la otra persona. Básicamente te liberas de toda carga que generan los recuerdos de lo que sucedió.

Pero si te enseñaron a que luego de perdonar debes volver a confiar desde cero y reconciliarte, no estás sosteniendo relaciones con la madurez adecuada. La distancia a veces es la decisión más madura y si alguien ha sido desleal contigo es completamente válido que no quieras volver a confiar.

Tu confianza es tan valiosa como el oro, así que solo entrégala a las personas que saben cómo apreciarla. Es absurdo entregar nuestros tesoros del corazón a personas que no tienen respeto por nosotros. Como bien dijo Jesús en parábola, no se le entregan las perlas a los puercos.

Fuente: https://www.reflexiones.life/

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