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No es más fuerte quien más soporta, sino quien es capaz de “soltar”

Solemos relacionar nuestra capacidad de soportar y de resistir con la fortaleza, sin embargo, la verdadera fortaleza radica en determinar qué es lo que no nos hace bien y dejarlo ir.

Sabemos que no es fácil. Que a menudo nos repiten aquello de “pues déjalo todo y haz lo que de verdad deseas”… Ahora bien ¿cómo llegar a hacer semejante cosa? 

En ocasiones algo así sería poco más que un acto dramático en el que desprendernos de demasiadas cosas, e incluso de personas. Sin embargo, no es más fuerte quien más soporta, sino quien sabe «soltar».

Se podría decir que el desapego consiste en no necesitar nada. No estamos diciendo que no nos hagan falta cosas, basta con no obsesionarse y ser felices con aquello que ya tenemos.

La palabra desapego está muy de actualidad en contextos como el de la autoayuda, el crecimiento personal y la espiritualidad. Algo que está ocurriendo muy a menudo es que tendemos a confundir algunos términos y enfoques.

 Desapego no es, en absoluto, «no poseer nada». Ni tampoco es construir relaciones afectivas donde evitar, precisamente, ese apego afectivo que nos aporta seguridad y bienestar.

Cuando la tristeza se instala en nosotros la concebimos al instante como algo equivocado, como algo patológico de lo que liberarnos al instante como quien se sacude el polvo o la suciedad de la ropa.

No nos gusta y queremos defendernos de ella sin detenernos siquiera a entender su anatomía, a profundizar en sus melancólicos recovecos para adquirir un aprendizaje mucho más profundo de nosotros mismos.

De hecho, se nos olvida a veces que la tristeza no es un trastorno, que tristeza y depresión no son lo mismo. 

Mientras esta emoción no se prolongue en el tiempo y no interfiera de manera continuada nuestro estilo de vida, tenemos una buena oportunidad, por paradójico que resulte, para avanzar y crecer como personas.

Muchas veces por miedo, por costumbre, por querer ser aceptados, por encajar dentro de parámetros, nos sometemos a condiciones que no nos satisfacen del todo, que no nos ayudan a crecer, sino que por el contrario nos estancan o retrasan. 

Y es allí donde debemos mostrar nuestra verdadera fortaleza, es allí donde es necesario decir: esto no lo necesito, no es lo que quiero y no es lo que merezco.

Partiendo de reconocer qué es lo que queremos en nuestra vida, la decisión de soltar se hace necesaria y la necesidad de llenar nuestra vida de luz toma fuerza, pero es necesario romper las barreras que se encuentran ubicadas en nuestra mente, que no nos permiten dar ese paso y abrir nuestras manos ante la brasa ardiente.

El apego y el desapego

El término del desapego hunde sus raíces en el budismo. No obstante, en el campo de la psicología y la pedagogía tenemos, por ejemplo, la crianza con apego y las relaciones basadas en un apego saludable.

Son dos conceptos distintos que es necesario comprender para beneficiarnos de ellos, para construir así relaciones mucho más íntegras donde respetar y, a la vez, ser respetados.

El apego saludable 

En la crianza con apego saludable los padres atienden las necesidades del niño. Le permiten estar cerca para sentirse seguro. Las caricias, los abrazos y un vínculo nutrido por el amor son clave para su desarrollo.

Por su parte, las relaciones afectivas basadas en un apego maduro son esas donde dos personas se dan la una a la otra en libertad para construir una relación respetuosa y feliz.

Las personas necesitamos afianzar el vínculo con las personas que amamos. Ello implica desarrollar un tipo de apego con el que sentirnos seguros, con el que sentirnos unidos a alguien que nos quiere y al que queremos.

Cómo ser fuerte en el día a día

Ser fuerte es despertarse cada mañana encontrando algo que nos de sentido, algo que ilusione cada mañana desde el mismo momento en que ponemos el pie en el suelo tras bajar de la cama.

El mundo, aunque no lo creamos también está lleno de “personas sin vida”, seres que vagan a nuestro alrededor sin propósitos, sin esperanzas o proyectos. 

Tener una ilusión e ilusionarnos por nosotros mismos nos ofrece un proyecto vital, nos ofrece fuerza y entereza.

La fortaleza no está tampoco en quien tiene poder, en quien tiene capacidad para controlar o dominar a otros. Ser fuerte es también gozar de nuestra libertad, de evitar esos apegos tóxicos que hacen daño y que nos impiden crecer.

Ser fuerte es también saber decir que NO a quien se prioriza solo a si mismo, a quien solo ve su propio ombligo y su propio universo sin percibir el sufrimiento ajeno o el vacío emocional que provoca su actitud.

No confundas deseo con necesidad. No es lo mismo, por ejemplo, «desear» que me toque la lotería, a «necesitar» ser agraciado con el premio porque solo así se solucionarán mis problemas.

Cuida de tu autoestima, llena tus carencias con certezas, con la seguridad de que eres una persona completa, capaz no solo de ser feliz, sino de hacer felices a los demás.

Fuente: https://frasesdeamorbonitas.org/

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