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Desgarradoras historias de las niñas que son obligadas a casarse con hombres mayores

Aunque nos parezca una realidad lejana, aún son muchos a día de hoy los países de medio oriente y asiáticos, en los cuales la infancia de las más jóvenes termina demasiado pronto. Decenas y cientos de miles de muchachas que no alcanzan la mayoría de edad se ven forzadas a por las sociedades del entorno en el que viven a entrar en la edad adulta extremadamente pronto. Así, no solo se pierden la posibilidad de alcanzar un desarrollo sano y por etapas en el plano emocional, si no que también quedan excluidas de necesidades civilizadoras básicas como el acceso a la educación.

El machismo que caracteriza el contexto de las naciones donde esto sigue pasando, llega al punto de considerar a las niñas como una carga desde el mismo momento de su nacimiento. Los progenitores las conciben como una «carga» de escasa o nula utilidad y buscan dar lo más rápido posible con cualquier hombre dispuesto a pagar para realizar un contrato de intercambio. En esta línea se acaba por tratar a las niñas como objetos, y así, es cómo se llega a situaciones tan tristes como la de verlas pasar por el altar entre tan cortas edades como las que comprende el lapso entre los doce y los catorce.

La desafortunada protagonista de nuestra primera historia, es una niña de catorce años de Yemén que a su corta edad ya tiene dos hijos. Estamos ante el caso de una madre jóven, sin educación, y con ni mucho menos capacidad para valerse por sí misma a la hora de afrontar numerosos estados físicos y psicológicos con los que su vida actual la enfrenta. Ello adquiere relevancia si se tiene en cuenta el alto nivel de riesgo al que se encuentra expuesta de contraer una infección por una herida no curada.

Continuamos nuestra andadura con el infierno que tuvo que vivir Nuajaud Ali, niña de ocho años cuyo marido anduvo violando y golpeando durante los primeros meses de matrimonio entre ellos. Todo ello a pesar de la prohibición formal que acostumbran a recoger estos pactos matrimoniales, que impide al esposo tener relaciones carnales con su mujer hasta que esta alcance la mayoría de edad. En este caso finalmente, la esposa decidió marchar y pedir ayuda. Su caso gozó de amplia cobertura mediática y hoy es la cónyuge divorciada más jóven del planeta, además de mujer del año por el galardón que recibió el pasado 2008.

Seguimos con Hasina Khatun, chica hindú en cuyo país las mujeres acostumbran también a casarse cuando se hallan aún en la niñez. No obstante, fué excepción a la regla al ser entregada a su marido de 19 años cuando ella solo tenía trece. Ahora tiene quince años, y se encuentra en su quinto mes de embarazo. Las estadísticas arrojan datos de que como mínimo un 50% de las niñas de la India se casan antes de tiempo, y otro ejemplo de ello dan imágenes que nosotros hemos encontrado sobre el matrimonio de un niño de catorce años y una niña de doce.

Tiene solo 11 años, pero los padres de Feyrouz Haider ya han entregado su mano. Su madre necesitaba transfusiones de sangre urgentes debido a su delicado estado de salud, y para colmar el pago de estas facturas, la familia de la niña se vió obligada a pactar su matrimonio con un hombre que tiene 25 años. El hombre se hizo cargo de los gastos del tratamiento, de acuerdo con las informaciones provenientes de medios locales.

Es interesante destacar la triste realidad de que, cuando una de estas esposas trata de escapar, el castigo que recibe es severo. Ejemplo de ello da el triste suceso acontecido en Afganistán entre Aisha Mohammadzai y su marido. La chica de solo catorce años trató de huir, y al ser descubierta por los guardias del orden local y ser devuelta a su cónyuge, le fué cortada la nariz y las orejas. Más tarde se abandonó a la niña en las montañas donde a la postre murió.

Por desgracia, atendiendo a los últimos estudios sobre los patrones culturales de la región y las proyecciones sobre su posible evolución en los próximos años, parece que la solución a una cuestión tan controvertida como esta no se encuentra cercana en el tiempo. La lucha sigue, y la comunidad internacional debería contribuir a que los colectivos en defensa de los derechos de la mujer y los niños tuvieran mayor peso a la hora de revertir estas situaciones. Basta de utilizar a la mujer como moneda de cambio. Y tú ¿qué opinas?

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Fuente: Unsplash / Pixabay / Pixels / https://www.paraloscuriosos.com/