Saltar al contenido

Las mejores frases de Cien años de soledad…

Cien años de soledad es símbolo de la literatura Iberoamericana, fue catalogada en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española como una de las obras más importantes de la lengua castellana después de Don Quijote de la Mancha. El periódico El Mundo la incluyó en su lista de 100 libros del siglo XX y el periódico Le Monde en su lista de los 100 mejores libros de todos los tiempos.

Cien años de soledad cuenta la historia de la familia Buendía, quien a través de siete generaciones habla del origen, esplendor y ruina de Macondo. Narrar la vida, los nexos, conflictos y la alegría que atraviesan siete generaciones de la familia Buendía puede ser complicado, pero Márquez lo hace con maestría.

Enmarcada en el realismo mágico, la obra de Márquez combina la vida material, objetiva y rutinaria con la fantasía subjetiva. Cada halo de misterio y fantasía se convierte en un pretexto para disminuir la miseria social. Lo mágico encubre lo lúgubre de un pueblo dominado por la violencia y las dificultades diarias.

Te presentamos las que creemos son las mejores frases de cien años de soledad del que sin duda es el mejor libro de Márquez.

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».

«Lo esencial es no perder la orientación».

«Había perdido en la espera la fuerza de los muslos, la dureza de los senos, el hábito de la ternura, pero conservaba intacta la locura del corazón».

«Llegaron a sospechar que el amor podía ser un sentimiento más reposado y profundo que la felicidad desaforada pero momentánea de sus noches secretas».

«Se sintió olvidado, no con el olvido remediable del corazón, sino con otro olvido más cruel e irrevocable que él conocía muy bien, porque era el olvido de la muerte».

«Tenía la rara virtud de no existir por completo sino en el momento oportuno».

«Extraviado en la soledad de su inmenso poder, empezó a perder el rumbo».

«El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad».

«Optaron por no volver al cine, considerando que ya tenían bastante con sus propias penas para llorar por fingidas desventuras de seres imaginarios».

«Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede».

«La ansiedad del enamoramiento no encuentra reposo sino en la cama».

«Tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla».

«Locamente enamorados al cabo de tantos años de complicidad estéril, gozaban con el milagro de quererse tanto en la mesa como en la cama, y llegaron a ser tan felices, que todavía cuando eran dos ancianos agotados seguían retozando como conejitos y peleándose como perros».

«El llanto más antiguo de la historia del hombre es el llanto de amor».

“Consideraba como una burla de su travieso destino haber buscado el mar sin encontrarlo, al precio de sacrificios y penalidades sin cuento, y haberlo encontrado entonces sin buscarlo, atravesado en su camino como un obstáculo insalvable”.

“Había tenido que violar todos sus pactos con la muerte y revolcarse como un cerdo en el muladar de la gloria, para descubrir con casi cuarenta años de retraso los privilegios de la simplicidad”.

“En cualquier lugar en que estuvieran recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenía caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efímera”.

“Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra». 

«Las cosas tienen vida propia, todo es cuestión de despertarle el ánima».

«Dice que se está muriendo por mí, como si yo fuera un cólico miserere».

«Aprendieron que las obsesiones dominantes prevalecen contra la muerte, y volvieron a ser felices con la certidumbre de que ellos seguirían amándose con sus naturalezas de aparecidos, mucho después de que otras especies de animales futuros les arrebataran a los insectos el paraíso de miseria que los insectos estaban acabando de arrebatarles a los hombres».

«Cuídate el corazón… te estás pudriendo vivo».

«Era lo último que iba quedando de un pasado cuyo aniquilamiento no se consumaba, porque seguía aniquilándose indefinidamente, consumiéndose dentro de sí mismo, acabándose a cada minuto pero sin acabar de acabarse jamás».

«Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza y momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita».

«Porque la soledad le había seleccionado los recuerdos, y había incinerado los entorpecedores montones de basura nostálgica que la vida había acumulado en su corazón, y había purificado, magnificado y eternizado los otros, los más amargos».

«Y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra».

«Ella encontró siempre la manera de rechazarlo porque aunque no conseguía quererlo, ya no podía vivir si él».

«Y todos soportaban con la misma estolidez el peso de los morrales y las cantimploras, y la vergüenza de los fusiles con las bayonetas caladas, y el incordio de la obediencia ciega y el sentido del honor».

«El prolongado cautiverio, la incertidumbre del mundo, el hábito de obedecer habían resecado en su corazón las semillas de la rebeldía».

«Era una tortura inútil, porque ya para esa época el tenía temor de todo lo que lo rodeaba, y estaba preparado para asustarse de todo lo que encontrara en la vida: las mujeres de la calle, que echaban a perder la sangre; las mujeres de la casa , que parían hijos con cola de puerco; las armas de fuego, que con solo tocarlas condenaban a veinte años de guerra; las empresas desacertadas, que solo conducían al desencanto y la locura, y todo, en fin, todo cuanto dios había creado con su infinita bondad, y que el diablo había pervertido».

«Fue una acción tan rápida, metódica y brutal, que pareció un asalto de militares».

«Era tal vez el primer hombre en la historia de la especie que hizo un aterrizaje de emergencia y estuvo a punto de matarse con su novia sólo por hacer el amor en un campo de violetas».

«Empezaron a amarse a 500 metros de altura, en el aire dominical de las landas, y más se sentían compenetrados, mientras más minúsculos iban haciéndose los seres de la tierra».

«Lo atormentaba la inmensa desolación con que el muerto lo había mirado desde la lluvia, la honda nostalgia con que añoraba a los vivos».

Fuente: https://culturacolectiva.com