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Algunas veces invertimos demasiado tiempo en quien nunca tiene tiempo para nosotros…

Las relaciones interpersonales suelen encontrar equilibrio cuando existe una reciprocidad entre lo que se da y lo que se recibe, cuando ninguna de las dos partes se siente utilizada, sino por el contrario, cada una ocupara un lugar para la otra persona. Ideal resulta ocupar espacios prioritarios para quien ocupa esos espacios en nosotros.

El tiempo es sin duda uno de los recursos más preciados con los que contamos. Su manera de transcurrir, hagamos o no las cosas, su incondicionalidad y el poco control que tenemos sobre esa ilusión generada por nosotros mismos, muchas veces nos hace esclavos y nos hace darle una importancia relevante a cada fracción de ese tiempo.

No existe la falta de tiempo, existe la falta de interés

Hablar de tiempo, por lo general nos hace enfrentarnos a un tema de prioridades, de preferencias y de interés. Cuando una persona realmente desea hacer algo, buscará la manera, se organizará de una forma en particular, aplazará y adelantará algunas cosas en su agenda, con la intención de poder disponer del tiempo necesario para hacer lo que desea.

Evidentemente esto no tiene que corresponder al día a día de alguien. No podemos exigir ni pretender que una persona viva permanentemente cambiando sus planes, dejando de lado cosas prioritarias, multiplicándose todo el tiempo para atender lo que tiene que ver con nosotros. Sin embargo, debemos rescatar de todo esto que quien quiere, generalmente puede.

Sin hablar en detalle de las dinámicas de cada quien, las personas cuando están interesadas en alguien más suelen abrir espacios dentro de sus planificaciones, quizás realmente no cuenten con mucha disponibilidad de tiempo, pero será evidente la importancia que nos den o nos resten en su organización o improvisación del uso de su tiempo.

No inviertas tu tiempo en quien pudiendo hacerlo, siempre tiene algo mejor a qué dedicarse

Si sientes que estás invirtiendo demasiado en quien no hace lo mismo por ti, revisa la situación y determina si esta diferencia está asociada a una falta de interés, o si es posible que hayan situaciones puntuales que están interfiriendo en las dinámicas de quien no cuenta por los momentos con la posibilidad de dedicarnos más. También podemos revisar si el equilibrio puede darse a través de otras cosas que representan demostraciones de afecto y de interés.

Si luego de revisar, no encontramos motivos para estar en las últimas posiciones de alguien, diferente a que sencillamente esa posición es la que se nos ha otorgado y que no hay algo en particular que ocurra o que hagamos para ascender, entonces es momento de replantear lo que queremos en la vida y lo que buscamos en nuestras relaciones interpersonales.

A todos sin distinción nos llena el sentirnos queridos, apreciados, valorados, saber que la otra persona está dispuesta a hacer por nosotros, cosas similares a las que haríamos por ellos. La reciprocidad y el equilibrio, son características de relaciones sanas y en las que en principio vale la pena invertir.

Fuente: gutenberg.rocks